Según la Biblia, Salomón, rey de Israel, no tenía una buena opinión de la risa:
—Es locura —decía.
Y sobre la alegría:
—¿De qué sirve?
Según los evangelios, Jesús nunca rió.
El derecho de reír sin cometer pecado tuvo que esperar hasta que en la ciudad de Asís nació, en el día de hoy de 1182, un bebé llamado Francisco.
San Francisco de Asís nació sonriendo, y años después instruyó a sus monjes discípulos:
—Sean alegres. Guárdense de aparecer tristes, ceñudos, hipócritas…
Eduardo Galeano
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