El fútbol argentino vive de lo efímero,
la palabra “proyecto” se devalúa cuando un dirigente doméstico la esboza en la
presentación de un nuevo cuerpo técnico que viene a ocupar la posición del
anterior que se fue tras un puñado de malos resultados y la ira demostrada por
un conjunto de hinchas que fueron el domingo a seguir al equipo.
En este contexto aparece Marcelo Bielsa.
Racing despide a su entrenador (Luis Zubeldia, a quien le habían renovado el vínculo
hacía menos de dos meses) y llama a Bielsa. El manager del club comienza la
charla diciendo que quería contarle el proyecto; Bielsa lo detiene diciendo: “De
que proyecto me vas a hablar si echaron a un entrenador en la fecha 4”. La
charla se diluye y, con ella, la esperanza de tenerlo nuevamente dirigiendo.
Con las sanas excepciones de Velez y
Belgrano, a los que podemos adosar la continuidad (conceptual) de Newell´s, el
fútbol doméstico vive el ahora sin entender de procesos. El mesías se busca a
la vuelta de la esquina sin importar exactamente “que” es lo que se busca. La
danza de nombres propios para llenar el casillero de entrenador incluye a
personas con ideas de juego tan disímiles como fuera posible; quizás la
contratación de un entrenador con las mismas ideas que el anterior o, aún peor,
en sus antípodas.
Pedir coherencia dirigencial cuando no
es posible pedirla nivel empresarial y/o gubernamental parece de utópico o
creyente en la existencia de que algo puede ser distinto.
Como hinchas pedimos el resultado
perfecto con las armas que sean necesarias. La falta de paciencia, la
intolerancia toma de los pelos a cualquier proyecto que no se presente con
resultados categóricos. Si el que llega, juega a los tres días y gana, el
anterior no sabía nada. La sobrestimación de lo que representa el entrenador se
ve nublada por su condición de fusible, en esa ecuación el resultado es
redundante: dos derrotas y la búsqueda de aquel que “les cambie la cara”.
Hoy
ratifico que elijo el juego por sobre el resultado; el conjunto por sobre el
individuo; y a Bielsa sobre el resto.
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